Tres mujeres corrían, ninguna eras tu aunque eras todas* Invisible pelusa tras los dedos amarillos. Despeinas y el delirio se apodera de este barco endemoniado. Media luna en el techo clave de sol en el cuello. Cejas dibujadas a lapiz. Un retazo de mi entre sus dientee... Karen era su nombre. Yo, reincidente de sus ojos. Hurgaba en cada gesto suyo como si fuera un cíclope ciego. Jugaba a atrapar tu sombra que se deshacía apenas quería tocarla... No pude dejar de explorarte. Anhelaba tu rostro como a una playa perfecta. Me encandiló tu luz intermitente y dolorosa que parte mi raíz en un antes y después de ti... Dos estrellas semejantes me vieron amanecer borracho un día de Fiesta escupiendo flores debajo de su puerta.