I Nunca he escuchado en la noche un clavicordio. La luna agita el agua, acaso altere las mareas que habitan la piel en fuga de los hombres, de ahí que escuchemos el desbordar del cuerpo en luna llena. Nunca he escuchado en la noche un clavicordio ni he visto cruzar barcos cargados con pacas de algodón, pero así se desliza la noche en mi silencio. II Los trenes tórridos me llevan por países de fiesta sonando canecas de metal que tocan los niños antillanos por los túneles de piedra que son corredores de la noche resuena la orquesta de los trenes. Nunca he escuchado en la noche un clavicordio y las gitanas han leído en los mapas de mis manos que nunca viajaré al país de lotos. III Lejos, algún brujo hace en marfil una mascarilla de la noche. IV La noche viaja hasta la blanca estación de los rocíos o pasa su tiempo colocando en los faroles una danza de sombras y membranas. ¡Qué mas puedo decirles de la noche! va de v