Ahora, el peso del tiempo asesina
más que de costumbre.
Ahora, la inspiración se va y vuelve
sin definir nada;
sólo se divisan tus labios dibujar una figura,
tu mirada que sólo es eso, una mirada,
siembra la esperanza ciega de un renacer
pero sé que esos momentos ya murieron.
Ahora que el tiempo ha muerto,
ahora que el ahora ha expirado,
ahora que no estás,
ahora que ya no hay nada,
ahora se funde el cielo con la eternidad,
ahora, en este preciso ahora,
doy cuenta de mi amor,
y ahora es donde muero estupefacto,
por el peso del silencio devoto,
que acaba toda esperanza;
silencio que nunca escuché,
pero así es, ese fue el asesino.
Es tu perspicacia la que enciende,
un trozo de sueño roto,
el sueño que tu desechaste en tu partida,
pero ya lo dije, lo enciende,
lo prende de tu magia inexplicable,
no es tu mirada perdida, incomprendida,
la adalid de mi espera,
no es tu sonrisa descomplicada
la que me invita a albergar un deseo,
el deseo de tener tus ojos,
no, no es eso.
En cambio es tu piel la que me llama,
no sé si el delirio de pensarlo lo hace realidad,
lo cierto es que no lo sabría jamás.
Tu mirada reconciliadora,
tu arte soñador,
tu esperanza de revolución,
es la que cambia todos mis destinos,
es eso mismo lo que me amarra a ti,
es lo inexpresable de tu voz,
lo que ya no es ahora,
y representa esa misma las risas de antaño,
la voz imperante de tu alma
la que arrullaba mis noches,
pero que ahora no están,
se han perdido del camino.
Tus gritos de amor ahora ya no están,
tus anhelos de una vida mejor se han esfumado,
no me culpes, los tuyos, se llevaron los míos,
no hay que buscar culpables, eso lo aprendí,
pero fue caro este conocimiento,
el precio que cobro fue tu vida conmigo,
o no, no fue eso, fue mi vida misma.
Sí, ya lo dije, tu eres mi vida,
y como mía te podría reclamar en cualquier momento,
pero no lo haré;
dejaré que surques otros vientos,
que encuentres otras aves,
que ames otro amor.