Se acercan en manada los cohetes del ayer,
sentados tomando aire, planean su ataque.
Son alrededor de cinco mundos en cantidad
y de chocolate avainallado su sabor.
Observan su objetivo;
lo devoran con los círculos de su cara.
Beben whisky para celebrar.
Al parecer está decidido.
Atacarán ebrios.
Las montañas donde aterrizan
pintan el paisaje del color de la batalla.
Por fin.
Es tiempo del ataque,
se miran todos para dibujar al enemigo.
Se deciden a atacar.
Es una contienda indescriptible,
quizá por eso no trato de informarles.
Los destellos de dolor aparecen en el cielo.
Todo está consumado.
Han vencido, se logra oír.
Ha vencido el dolor y la soledad.
Se han trastocado los mares.
Hasta aquí todo era maravilloso.
Con lo que único que me encuentro
es con una bandada de mosquitos
succionandome el hemisferio.