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LOS DÍAS


Me duele tanto no verte
y sentir arder cada puerto
cada poro, cada faro,
cuando respiras tan dentro mío,
como si fueras el fuego extinto
que me quema y que me falta.



Cierro los ojos sin dejar de mirarte.
Los abro en los tuyos.
Estás de perfil.
Estás justo en mis puntos ciegos.
Te invento, desnuda.
Una cinta roja colgada del pecho,
espejo de Dios Antigua.







Me miras.
De lejos, me miras.
Yo sé que me miras.
Curiosa. Esquiva.
Muda. Indescifrable.
Demasiado tuya.



TU
YA.



Colgada del Viento
bailas un tango,
que te lleva cada vez más lejos.
Abres tus alas como girasol en Verano,
a los idiotas que hacen cruces
en tus puertas.
Los grillos tocan
el bandoneón en tu espalda.
Suena la Noche en tu cuerpo,
en tus poros,
y extiendes tus sueños
para que se sequen al Viento.
La luna se emborrachaba
sólo de verte girar por el aire.




Sos Aire.




En el aire.




Tienes estrellas dibujadas en el rostro,
con pinceles celestes. Noveles.
Lunares en cada poro.
Soldaditos marineros que marchan
en tu boca
con antorchas de mimbre
cada vez que te sonrojas.



Los muertos hacen fila en tu Templo,
y se santiguan
con una velita roja en las manos
invocando desde su boca sucia
los juramentos y los besos.
Mientras tus dedos
y tus ojos retorcidos dicen: no más.





-Ya no caben más aspirantes en su Boca.






Eras luz.



En la Luz.




Sos.
Sin ser.
Sin ser. Sin ser.








Tienes tanta luz
que encandilas
uno ojos ingenuos
como los mío.


Yo sé que nada va a cambiar.



Sólo va a suceder el día,
en el que
deje de buscarte
frente a las casas blancas
lleno de preguntas y de miedos,
de esperas deshechas en los bolsillos,
esperas, siempre, esperas.
Esperas una respuesta,
una redención
que sabes nunca vendrá.
Siempre esperando.
Con un cigarrillo en la mano.
Sintiendo como me derrites la piel,
cada vez que respiras tan dentro mío.

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